¿Qué es un ambientalista? ¿Y puedo llamarme a mi misma un ambientalista?

Por: Lilly Briggs
junio 8, 2021
 

El 5 de junio era el Día Mundial del Medioambiente. El 15 de junio celebraremos el Día Nacional del Árbol aquí en Costa Rica. La Asociación Ambiental Finca Cántaros nombró junio como el “mes del ambiente” en nuestras redes sociales. Estas ocasiones inspiran una reflexión cada vez más profunda sobre las siguientes preguntas que siempre rondan en mi cabeza:

¿Qué es una ambientalista? ¿Puedo llamarme a mi misma una ambientalista?

Estas preguntas suenan engañosamente claras. Pero aún para mi—una persona que tiene tres títulos de ciencias sociales enfocados en estudios del medioambiente, educación ambiental, y las dimensiones humanas de la conservación—son complicadas para responder.

Con 8 años de edad, habría respondido con la sinceridad única y genuina de las niñas y niños: claro que era una ambientalista, ¡porque amaba la naturaleza y quería ayudar a salvar el planeta! ¡Obvio! Vivía en Beijing, China en ese entonces, donde mi papá trabajó para la Embajada de Canadá. Con la ayuda de mi mamá, galvanicé las otras niñas en nuestro grupo de “Brownies” para abordar el asunto de desperdicio de agua en nuestra escuela, la Escuela Internacional de Beijing (el hecho de que los servicios nunca paraban de descargar). Fue mi primera experiencia empoderadora liderando una actividad de educación ambiental.

Con 38 años de edad, no tengo la misma claridad imperturbable sobre mi identidad ambiental, a pesar de que fundé y dirijo la Asociación Ambiental Finca Cántaros. Establecida en Columbia Británica pero basada aquí en Coto Brus, Costa Rica, donde mi equipo y yo nos enfocamos principalmente en educación ambiental, y también reforestación e investigación. Cada día respiro—absorbo por mi piel con tanta gratitud—el bosque premontano lluvioso de mi entorno.

 

 

Sin embargo, cuando me pregunto si soy una ambientalista, me siento obligada a responder con las siguientes disculpas: • Sí, soy una ambientalista, pero no tengo una dieta únicamente orgánica, local, y a base de plantas. • Sí, soy una ambientalista, pero típicamente vuelo varias veces al año (cuando no hay una pandemia global controlando nuestras vidas). • Sí, soy una ambientalista, pero mi pareja y yo estamos a punto de traer otro humano más al mundo ya superpoblado.

Entonces, ¿cómo me atrevo a llamarme a mi misma una ambientalista cuando la dieta, viajes aéreos y decisiones reproductivas tienen los impactos más grandes en cuanto a la salud actual y a la sostenibilidad futura del increíble y frágil hogar de azul y verde que es nuestra Tierra?

Aunque la gran mayoría de mis decisiones importantes en la vida han surgido de mi deseo de estar metida en la Naturaleza y trabajando por el bien de Ella, la lucha entre estos lados contradictorios me deja sintiéndome como una impostora, o una “fake.” Pero también impulsa la reflexión y adaptación continua con respecto a mi visión de cómo quiero contribuir al mundo, en mi vida diaria y también en el proceso de construir una organización centrada en educación ambiental. Los hilos personales y profesionales de mi vida son entretejidos tan estrechamente que es imposible desenredarlos a pesar de las contradicciones intrínsecas.

Educación ambiental (EA) también es matizada, complicada y en evolución constante. Ha hecho mucho bien pero también la critican constantemente por sus fallas. Las investigaciones han mostrado una y otra vez que no se puede reducir la EA a una ecuación sencilla: conocimientos sobre el medioambiente + participantes = participantes tomarán acciones en nombre del planeta. Pero muchas campañas y programas de EA continuan tomando este formulario y lo repiten una y otra vez.

Reflexión y adaptación continua hecha por cientos de educadores ambientales buscando la forma de contribuir más al mundo, han impulsado las investigaciones que nos permite entender como es que una constelación de factores (como la conexión con la naturaleza y auto-eficacia, y no solamente la adquisición de conocimientos) motivan y permiten a los individuos y grupos a tomar acciones de conservación efectivas.

Entonces, cuando ponga mis gorras de educadora ambiental o de directora de una organización ambiental, ¿debo admitir mis contradicciones internas, aunque parezcan en contra de la causa?

Sí. Soy humana, después de todo. Creo que es posible estar dividida y auténtica al mismo tiempo que uno esta inspirando esperanza y acción positiva. De hecho, creo que solo siendo abiertos sobre nuestros complejos matices—nuestras fuerzas Y nuestras limitaciones—es que de verdad podemos crecer y cambiar como individuos y colectivamente como una sociedad.

Aunque no tengo una boleta de calificaciones perfecta en cuanto al medioambiente, todavía pienso que debo hacer más caso a la voz de mi yo a los 8 años, diciéndome que soy una ambientalista, sin disculpas. ¿Por qué? Porque es por causa de todos los ambientalistas con conflictos internos en este mundo que creo con optimismo que vamos a estar bien. Y me estoy refiriendo a usted, a mi, al resto de la humanidad y especies no-humanas, y también a este increíble y frágil hogar de azul y verde que es nuestra Tierra.

 
 
 
 
 
 
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